Fuí criado en una familia católica por católicos practicantes.
Desde antes que tuviera uso de razón yo ya había sido integrado a un grupo religioso, aún no me habían enseñado a escribir pero ya me habían enseñado a rezar.
Durante mi niñez jamas tuve problemas con repetir las mismas oraciones una y otra y otra y otra vez a la imagen de una persona ensangrentada y agonizante, jamás tuve problema pues eso mismo hacían mis padres, nunca juzgué o dudé la veracidad de sus palabras, jamás siqiuera me pasó por la cabeza el dejar de hacerlo.
Una vez entrado en la secundaria las cosas cambiaron, dentro del Instituto Fray Bartolomé de las Casas la religión era tema de todos los días, lectura del nuevo testamento cada Viernes, confesiones con el sacerdote y misa con comunión cada mes, con un párroco como director y una breve oración antes de comenzar cada clase, en ese lugar se respiraba al Gólgota mismo.
A pesar de que todo indicaba que me convertiría en un joven mas cristiano de lo que ya era, las cosas resultaron diferentes. Con la rebeldía propia de la pubertad y el apoyo al unísono de mis compañeros a cada indicio de blasfemia que tenían mis comentarios públicos hacia mis maestros de religión, mi perfil se alejaba de lo que el niño modelo fué en la primaria, me volví mas grosero, desmadroso, temerario, insolente, pero a pesar de todo ... yo seguía creyendo en divinidades.
Al entrar a la preparatoria me calmé un poco, seguía siendo un tipo desmadroso pero en un ambiente diferente, empezaban a abundar los tipos que hablaban y discutían sobre religión, política y otros temas populares y no podían faltar los excépticos, por supuesto que me unía esas charlas interminables; mi bando seguía siendo el de los creyentes pero poco a poco me comenzaba a formular preguntas que simbraban mi fe así que me alejé voluntariamente de tales charlas.
Todas esas preguntas siempre eran calladas por mí mismo encontrando respuestas (por muy tontas o sin forma de probar) que justificaran las (no) acciones de la divinidad que mi religión adoraba.
Preguntas como: "porque Dios permite que haya niños inocentes muriendo de hambre en el mundo?" eran calladas por mis propias respuestas como "no soy quien para conocer los designios de Dios" o "porque Dios tiene un plan especial para ellos"
Siguió transcurriendo el tiempo y cada vez me incomodaba mas el tener que solaparlo, justificar a un ser que jamás conocí y que todos tachan de perfecto. Cuando la incomodidad se convirtió en una incomodidad mayor decidí dar entrada a la duda. Una duda que me convirtió instantáneamente en un católico imperfecto.
Yo estaba muy confundido y no veía en mis compañeros de la escuela alguien que pasara por la misma situación que yo, o los creyentes nacieron en una familia creyente o los no creyentes habían nacido en una familia no creyente, no había mas, yo era el único ser raro que no se decidía por ninguna opción. Y ni comentarlo con mi familia, pues yo sabía el bando al que pertenecían.
En esas condiciones terminé la preparatoria, me integré a la vida laboral y sabía que tenía que decidirme por una u otra opción, la idea de ser un medio-creyente no me convencía en lo mas mínimo.
20 años después de ser ingresado a una asociación por medio de un chorro de agua en la cabeza, 20 años después de estar participando en ritos que me hacían sentir el hombre mas aburrido del mundo finalmente decidía emanciparme de todo ello.
La idea de otra religión no me convencía, la no-religión que estaba practicando era muy cómoda y concordaba con mi caracter proto-puberto, sin embargo al apartarme de la iglesia de pronto el mundo comenzó a ... como decirlo ... verse lindo; de pronto mucho tenía sentido, y era una sensasión que me llenaba.
Mi cabeza había entendido finalmente que el no saber no es un error, el error era asegurar (y justificar) algo de lo que yo no estaba seguro cerrando mis propios oídos a escuchar otra opinión, el sentimiento de soledad era horrible, después de todo la idea de que alguien se preocupa por tí y te tiene en sus planes para cuando des ese misterioso paso llamado muerte era mas que reconfortante. De pronto yo ya me había hecho a la idea de que tal plan no existía, de pronto una gota de sabiduría había caído en mi cabeza y me indicaba "lo que vez es lo que hay"
Finalmente esa frase que había escuchado hace años hacía palpitar mi corazón, si mal no recuerdo creo que la repetí todos los días a primera hora durante meses.
"es mejor morir de pié que vivir arrodillado"
El resto es historia, continúo en una posición agnóstica y no me cierro a escuchar alternativas, sin embargo todas las que he escuchado van ligadas a culparme de algo que hicieron mal mis antepasados y el miedo a ser castigado si no pertenezco a X o Y agrupación. Un castigo que siempre llega al morir y del que nadie puede comprobar.
Al final, el respeto a las creencias de los demás está presente, y no solo a las creencias religiosas, hasta la elección mas insignificante es una desición propia, y como tal se puede o no estar deacuerdo, pero se respeta ... se tiene que respetar,
Al momento de escribir esta entrada lo único que puedo recomendar es el vivir de la manera mas felíz y plena que se pueda, si por mi mentalidad me tocara el fuego eterno, pues, al menos me llevaré un puño de buenas memorias ... y si no hubiera nada (ni recuerdos), pues al menos la pasé bien.
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